miércoles, 19 de marzo de 2008

Oración


ANTE LA PASCUA
Antonio Caponetto

Señor, toma de sostén nuestros cuerpos pecadores y gastados, pero levántate.
Apoya tus llagas en nuestros pobres hombros, descansa tu cicatriz en nuestro pecho, tu huella de sangre y barro en las manos criollas de tu pueblo.
Hunde tu concavidad desgarrada en la convexidad de este suelo que no quiere ser yermo.
Pero levántate, Señor. Y levanta contigo a esta americana tierra.
Enarbólala, y haz de sus jirones un pabellón soberano. Aplaca a los soberbios, castiga a los rapaces, expulsa del templo a los cobardes que mercan con tu nombre.
Alzate del suelo y remóntanos contigo.
Señor, Tú eres bandera discutida, pero nosotros hemos decidido izarte en el más alto de los vértices. Flamea, Señor, y en cada pliegue de tu manto enseñoreado, cobija un retazo de estas naciones postradas.
Señor, conviértenos y danos una vida nueva en una patria antigua. No permitas que, al final, nos quedemos como el leño seco, antes bien, que lleguemos a ser racimos vivos en Ti, la vid verdadera.
Señor, acéptanos el agua fresca, como aquella vez en el Pozo de Sicar. Es el agua americana que corre por los surcos de una limpia tradición. Bébela, Señor, y danos a cambio el agua de tu costado, para que caiga a borbotones sobre esta tierra deshecha y la restaure.
Señor, te has dejado escarnecer y ultrajar. No nos dejes unir a quienes se burlan de Ti.
Templa nuestros ánimos para enfrentar a aquellos que te ofenden.
Arma nuestro brazo para custodiar tu cuerpo dolorido. Haznos yelmo y loriga, estandarte y escudo de tu Divina Persona. Permítenos ofrecernos en batalla por esta patria cautiva que fue tuya, en tiempos de los héroes. Convierte a la soldadesca cómplice de tu crucifixión en guerreros invictos de una alba sin celajes.
Señor, danos de la Verónica el arrojo. Que no nos paralice el miedo ante el furor de las turbas, que no nos amilane el rencor de los deicidas.
No queremos olvidar lo que te han hecho. Sólo queremos enjugar tu cara. Esa cara que tenía la bondad nazarena de José, la nostalgia arcangélica de María y la marcialidad de los varones regios.
Señor, a las mujeres que lloran les has hablado de penitencia, del día del Juicio, de cuando nos encontremos en tu presencia. Les has dicho que caminemos junto a Ti sin limitarnos a ofrecerte sólo palabras de compasión.
Señor, no podrán detenernos los verdugos. Aquí estamos con paños, para secarte la sangre en tu triple caída. Sabremos con amor erguir a Cristo, tumbado por el odio.
¡Arriba, mi Señor, en cuerpo y alma! Virgen Santísima, ármanos caballeros y entréganos tu velo en la demanda.
Señor, Tú manas desde el Gólgota un bálsamo de vida, un efluvio que trae el verdor del paraíso, una esencia que respiran los serafines, cuando apuntan sus ballestas para reconquistar las almas.
Señor, déjanos llevar siquiera una astilla de tu cruz.
Déjanos, porque a más no se atreve aún nuestra ofrenda, a rozar los hierros y los clavos, el martillo rudo, el trallazo violento, la ignominia de los escupitajos de la masa.
Haznos un hueco, Señor, en la mordedura de tu carne, sobre el hombro; en la cuchillada de tus pies, en la contusión de tu rostro, en la descolladura de tus manos.
Aquí estamos, Señor, tus cireneos argentinos (y mexicanos).
En la hora del gran luto, de la gran oscuridad y de la desesperación humana, surge misteriosamente la luz de la esperanza.
¡Dios no muere! Aquellas manos que partieron el pan y calmaron la tormenta, están ahora inmovilizadas. Aquellos pies que recorrieron el desierto y caminaron sobre las aguas, yacen estáticos y rígidos.
Pero se equivocan, Señor, si creen que estás derrotado.
Se equivocan los hijos de las tinieblas, si creen que han hundido a la Barca.
Se equivocan incluso con nosotros, al medir nuestras fuerzas.
Bien decía San Ignacio de Antioquía que la fortaleza de los cristianos consistía en estar clavados con la carne y la sangre a tu cruz redentora.
No te dejaremos, Señor.
En la cumbre del Gólgota el aire parte la piel, el frío duele.
Rondan las acechanzas y los riesgos.
La noche huele a sangre y a gemido. Todavía retumban los martillazos y el aleteo de los cuervos sobrevuela el madero.
No te dejaremos, Señor.
No te dejaremos.

jueves, 6 de marzo de 2008

Bitacora


Hermosa foto.

En el área de doblado del
Centro de --- Adiestramiento
de Paracaidismo de
Tequesqui---tengo Morelos.

Destaca el Guión del Batallón Héroes de Chapultpec de Zapopan Jalisco y nuestros pentathletas, hermanos del aire y de la seda, en plena acción.
De estos trozos de tela penden nuestros sueños, nuestro anhelo, nuestro coraje y nuestra vida.
"En la puerta del avión me dijo mi camarada: cuando un parachute salta, San Miguel lo acompaña"